Contratar el dominio y el hosting, es lo primero que deberías hacer cuando quieras crear tu página web. Básicamente es lo que hace que tu página esté en Internet y que puedan acceder a ella desde cualquier sitio del mundo y desde cualquier dispositivo.
Empecemos definiendo qué es un hosting y qué es un dominio para quien no esté acostumbrado a estos términos.
Qué es un hosting o alojamiento
Toda web -como cualquier archivo informático- debe estar guardado en algún sitio físicamente para poder acceder a él. El hosting o alojamiento, es el servidor donde estarán físicamente tus ficheros para que puedan ser accesibles desde cualquier ubicación.
Lo más seguro que no estén todos en un único lugar, sino que haya copias en distintas ciudades o países para que tus datos no se pierdan aunque haya algún problema. A esto se le llama redundancia de datos. Está bien que lo sepas, pero para ti será transparente ya que cuando veas tus ficheros parecerá que sólo hay una copia, ya que el resto siempre estarán sincronizadas y es automático. Sólo hay que tener cuidado con esto si tratas datos sensibles, como pueden ser datos sanitarios. Ya que dependiendo del país donde esté la copia, podría ser ilegal que esos datos estén allí.
Hay muchas empresas por todo el mundo que se dedican a esto. La contratación suele ser anual y se va renovando año a año. Muchas veces venden paquetes que van acompañados de un dominio, ya que lo normal suele ser contratarlo en conjunto. Lo normal es utilizar este servicio de almacenamiento para alojar webs, pero también puede usarse para simplemente almacenar ficheros como si fuera un disco duro virtual o ficheros multimedia entre otras cosas.
Características: Uptime, velocidad, servidores soportados (mySQL, PHP,…)
A la hora de contratar un hosting, nos ofrecerán sus características para que escojamos el que mejor nos cuadre. Algunas de las características de los hostings son las siguientes.
- Ancho de banda o bandwidth. Suele ser ilimitado, pero algunos proveedores todavía limitan la cantidad de tráfico que ofrecen al mes. Son los Gigabytes totales que se pueden descargar entre todos los visitantes de tu web.
- Espacio de disco. El espacio que te ofrecen para almacenar tus ficheros. A veces es ilimitado, pero hay que fijarse para no quedarse corto si está limitado. Muchos ya suelen ofrecer discos sólidos (SSD) que son mucho más rápidos que los mecánicos (HDD).
- Localización. Dónde estarán ubicados los servidores donde subas tu web o tus ficheros. Es recomendable que por lo menos estén en Europa, tanto por proximidad, como por legislación, que se asemejará más a la española.
- CPU, Memoria. Cuanto más, más rápido irá todo. Pero hay que tener en cuenta que la velocidad de carga también influye en el posicionamiento en Google. Así que no vayas a por lo más bajo sólo por el precio, pero tampoco hace falta que vayas a por lo mejor de lo mejor. Siempre estarás a tiempo de aumentarlo.
- Autoinstalador. A veces estos servicios incluyen la posibilidad de instalar gestor de contenidos (Wordpress, Joomla, Drupal, etc.) de manera automática. No es algo que vayas a hacer todos los días ni mucho menos, pero suele venir bien.
- Cuentas de correo electrónico. Normalmente se da la posibilidad de crear cuentas de correo con el dominio contratado. Hay que fijarse si está limitado el número y el tamaño de las cuentas para ver si nos cuadra con nuestras necesidades.
- Bases de datos. Son necesarias para instalar Wordpress, Joomla, Drupal, Moodle,… casi todo. Es recomendable tener al menos una base de datos por cada web o aplicación que tengamos.
- Otras tecnologías. Los hostings proporcionan una lista de las tecnologías y lenguajes de programación que soportan, así como las versiones. Dependerá de lo que necesitemos. Para Wordpress por ejemplo, basta con PHP y MySQL. Cuanto más avanzada sea la versión de ambas, mejor. De hecho, el paso a PHP 7, trae una mejora importante en cuanto a rendimiento.
Tipos de Hosting
- Dedicado. Con esta opción, dispones de un servidor entero para tí. Es decir, una máquina entera con todos sus recursos (disco, RAM, etc.). Tú lo controlas y lo configuras todo a tu gusto. Eso sí, es la opción más cara y apta para usuarios avanzados.
- VPS. Es parecido a un servidor dedicado, sólo que en este caso el servidor que controlas es una máquina virtual (Virtual Private Server) dentro de un servidor físico. Tú controlas y configuras los recursos que tenga asignados tu máquina virtual.
- Compartido. Como su nombre indica, tus ficheros y aplicaciones comparten servidor con otros usuarios. Sólo ves tus cosas y no se comparte información, pero sí que se compite por los recursos de la máquina. Suelen ir bien para aplicaciones o páginas web que no sean muy pesadas. Generalmente no notará diferencia aunque puede ser que en determinados momentos vaya un poquito más lento.
Qué es un dominio
Una vez los ficheros ya están subidos al servidor de hosting, necesitaremos acceder a la web. Para ello, el mismo nos proporcionará la IP, que es un conjunto de 4 números separados por puntos (por ejemplo, 1.2.3.4). Pero claro, esto no es algo fácil de recordar por nuestra parte ni por parte de los usuarios la web.
Para eso, contratamos un dominio. El dominio es el nombre único a través del cual se accede a nuestra web. Simplemente escribiéndolo en la barra del navegador ya nos llevará a donde queremos. Suele estar compuesto por el nombre en sí y una extensión como las que muestro abajo. Así, quedaría algo de la forma: minegocio.com. Como se ve, esto es algo mucho más fácil de memorizar que los números.

Se pueden utilizar tanto números como letras. Desde hace unos años, también se puede utilizar caracteres especiales como la eñe (ñ). Pero no es recomendable, sobretodo si esperamos que entre gente de todo el mundo o de lugares donde no aparece la eñe en sus teclados. Lo mismo pasa con las tildes.
Cuando tengamos elegido el nombre del dominio, lo siguiente será comprobar que no exista. Es tan fácil como escribirlo en un navegador y si no lleva a ningún sitio, lo podremos contratar.
Extensiones de dominio más utilizadas
Las extensiones, van al final del nombre del dominio. Están gestionadas por la ICANN (Internet Corporation for Assigned Names and Numbers), que es la que puede crear nuevas extensiones bajo demanda. En la teoría, cada extensión se debería utilizar según sea la finalidad de la web.
Puede existir un mismo nombre con extensiones distintas. Es decir, podría existir minegocio.com y minegocio.es, y pertenecer a personas distintas. Si se desea se puede contratar más de una extensión (habrá que pagar por cada una como un dominio adicional) y hacer que todas lleven al mismo sitio. No suele ser necesario, pero depende de si queremos que nadie use nuestro nombre con otra extensión que pueda llevar a la confusión.
Vamos a repasar algunas de las extensiones más comunes que encontraremos.
- .com. Es la abreviatura de commerce, pero al final se ha quedado como la extensión genérica y la más utilizada. Por ello, es la más recomendable, sobretodo si queremos tener un alcance global.
- .es. Cada país/idioma suele tener también su propia extensión. En el caso de España, le pertenece .es.
- .cat. Al igual que el caso anterior, si la web está en català, esta es una buena opción.
- .info. Como su nombre indica, simplemente sirve para aportar información sobre un tema, institución, etc.
- .org. Abreviatura de Organization, por lo que lo habitual es encontrarlo en empresas, ONGs, asociaciones, etc.
- .net. Viene a significar red, por lo que se refiere a negocios en Internet.
- .edu. Destinado a portales educativos o de instituciones que tienen que ver con la educación.